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Pasado de tiempo, una entrada Navideña.

Paso a transcribir una curiosidad que forma parte de una especie de felicitación que el Ilustre Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos en Topografía daba en Navidad.

Relata Macrobio (finales del S. IV d. C.) que el 25 de diciembre era en Roma la Fiesta del Sol Invicto y que ese día los ciudadanos veneraban a Mithra, la divinidad solar, que era representada como un niño recién nacido. En el calendario de Philocalus (hacia el año 354 d. C.) el 25 de diciembre aparece señalado como Dies natalis Solis invicti y junto a él figura una de las primeras menciones al nacimiento de Cristo.

La palabra solstitium, «pararse el Sol», se refiere a la altura relativa del astro sobre el horizonte y en invierno causa las noches más largas del año. Según la tradición – que no astronómicamente – se conmemoraba entre el 25 de diciembre y el 6 de enero. En estos doce días los reinos de vivos y muertos entraban en comunión. Observamos este culto mítico en celtas, griegos, germanos e indios védicos que lo celebraban como el preludio del inminente retorno del Sol y del renacimieno de la vida que brotará en primavera.
Hoy se reconoce cuasi unánimamente que fue la preexistencia de esta fiesta astrogeodésica lo que llevo a la Iglesia a fijas nativitas, «nacimiento», de Jesus de Nazaret el 25 de diciembre como medio para dar significación cristiana a un mito tan pagano y ancestral como difícilmente reprimible.
El sol sale y se pone para todos: su luz no sabe lo que hace y por eso no yerra y es común y buena…

Tomadlo como algo histórico. No os olvidéis, el diciembre que viene desead a todo el mundo unos

FELICES DÍAS DEL SOL INVICTO